domingo, 15 de diciembre de 2013

Cada vez que cierro los ojos mis pasos se encaminan hacia las sombras del monte por veredas limpias y ocultas. Cruzo arroyos más fuertes que el verano. Sacio mi sed y sigo monte adentro, tocando la corteza de quejigos más viejos que las veredas y las lindes.
 
Siempre encuentro un lugar con hierba fresca donde dejar caer mi cuerpo un rato para vagar por las gargantas que más lejos me quedan

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