(que no es mal trono)
mientras ceden mis esfínteres
al peso que soportan,
soy dueño de todo
e invoco al Sol y a la calandria
y abandono mi cansancio
al borde del camino
para levantarme de nuevo
y salir nuevo al mundo
Atrás queda mi carga (que no niego)
mi pie es más libre y más ligero
y sabrá escoger, de entre todas,
la mejor vereda.
Aquí me paro un momento
a desear a quien deseo
buena mesa, buena compañía,
sobremesa regalada
y buen cagar
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